La monitorización contínua electrónica fetal

Existe una visión general de la mujer embarazada y el parto cómo eventos patológicos en nuestro país. Exceso de pruebas no basadas en evidencia, ginecólogos en la atención normal del embarazo o partos hospitalarios cómo la única y válida opción des del sistema sanitario son algunos de los ejemplos que lo demuestran.

El paradigma médico es el que lidera la atención de la maternidad,  olvidando que el embarazo y el parto son eventos fisiológicos en la vida sexual y reproductiva de la mujer.

Uno de los ejemplos claves de esta visión paternalista y médica del embarazo y el parto es la necesidad de controlar al bebé des del final de la gestación y durante el parto a través de la monitorización electrónica fetal.

En un intento de querer hacer el bien, se acaba poniendo en riesgo a madres y bebés. Porque si, la monitorización electrónica fetal es el claro ejemplo de inventos tecnológicos que se introdujeron con la intención  de mejorar los resultados perinatalales sin pruebas de ello, y años después, sigue extendido su uso rutinario a pesar de haber evidencia científica de sobras que demuestra que no es una herramienta útil sino peligrosa.

La evidencia científica no recomienda su utilización de forma rutinaria y en gestaciones normales, pues no ha demostrado mejorar los resultados perinatales, ni reducir el número de muertes ni parálisis cerebrales pero si de aumentar el riesgo de intervenciones y cesáreas.

La mejor forma de controlar el bienestar fetal si la gestación es normal, es a través de la auscultación intermitente con un doppler manual, y así lo recomiendan guías de prestigio como las NICE.

El problema de la auscultación intermitente es que requiere de la presencia de una comadrona,  el llamado «one to one», y como en este país tenemos falta de comadronas,  la opción más cómoda y fácil es poner un monitor electrónico a la mujer, para poderse repartirse entre varias mujeres, pero a costa de la salud y experiencia de ellas y sus bebés.

Estar atada a un simple monitor puede parecer inofensivo pero es la primera intervención de todas las que pueden venir detrás, principalmente porque la movilidad se verá reducida.

Las intervenciones médicas en el parto tienen un coste, todas tienen riesgos y deberían estar muy bien justificadas médicamente. Porque cada vez que movamos una pieza del puzle, será más difícil de que vuelva a encajar.

adrian_ilie825/Fotolia

Más información:

http://www.cochrane.org/CD006066/PREG_continuous-cardiotocography-ctg-form-electronic-fetal-monitoring-efm-fetal-assessment-during-labour

http://www.cochrane.org/CD007863/PREG_cardiotocography-form-electronic-fetal-monitoring-assessing-babys-well-being-womb-during-pregnancy

https://www.nice.org.uk/guidance/cg190

http://www.bmj.com/content/355/bmj.i6405/rr-2

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2 Comments

  1. Leticia

    Lamentablemente la gente lo toma como algo rutinario y necesario para controlar que todo va bien, ¡error!
    Pero es tan complicado hacerles ver que pueden decir que no, hacerles entender que no todo es útil u obligado, parece que tú eres la rara, la rebelde y la antisistema.
    En mi caso, me he prometido a mí misma que si llega un nuevo embarazo y si va tan bien como el de mi peque, únicamente me someteré a aquellas pruebas estrictamente necesarias, acabe harta de ir a que me pesarán vestida, con las botas puestas y recién comida.
    Y eso que me salve de mucho, incluidos los famosos monitores, una pérdida de tiempo a mi parecer.
    Un abrazo.

    1. Laia Casadevall

      Un abrazo Leticia!

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