Conoces a tu matrona o equipo. Sabes que será ella o ellas quien atiendan tu parto, sin sorpresas ni caras nuevas. Os conocéis y tenéis una relación de confianza, sabe cuales son tus preferencias y deseos. Hay una relación de continuidad de cuidados que según evidencia científica se traduce en los mejores resultados maternos y neonatales.
Tienes menor riesgo de intervenciones en el parto cómo por ejemplo de recibir una episiotomia, la rotura de la bolsa del líquido amniótico o de un parto instrumentado con ventosa i fórceps.
Las probabilidades de que tu parto acabe en cesárea se reducen de forma muy significativa. Tienes la garantía de que si finalmente tu parto acaba en cesárea, seguramente estaba muy bien justificada.
El éxito de la lactancia materna se dispara. Las mujeres que dan a luz en sus propios domicilios suelen tener lactancias más largas y exitosas según los estudios disponibles.
Tu eres la protagonista, los demás son invitados. Solamente tú eliges quien podrá o no estar en tu parto, sin límite de acompañantes.
Es tu casa, tu hogar. Estas familiarizada con el entorno y podrás moverte con comodidad. Puedes cambiar de habitación, ir al baño, llenar tu propia bañera o ir a la cocina y picar algo de comer de tu nevera.
Parir dónde tu eliges, dentro o fuera de la piscina. En el comedor o en el baño. Recibir al bebé con tus propias manos y tener la certeza de que nadie se lo llevará a ninguna parte.
Acabar de dar a luz y poder darte una ducha en tu propio baño. Al salir tumbarte en tu sofá, con tu bebé piel con piel y poder disfrutar de tu comida favorita.
El placer de la primera noche en tu cama, todos juntos disfrutando del recién llegado. Tus sábanas, tu almohada, tu pareja abrazandote y tu bebé en tu pecho piel con piel. Sin que nadie estorbe estos preciosos primeros instantes de vínculo y reconocimiento.
La experiencia materna. Los estudios disponibles muestran que las mujeres que han dado a luz en casa tienen experiencias más positivas y empoderadoras.
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